La joven es “una más” entre sus compañeros y jamás habla de sus padres como “los Reyes”

Leonor vive feliz su etapa en Marín. Desde que llegó a la ciudad gallega, la heredera luce una sonrisa en el rostro.

Tiene amigos fieles y le gusta salir cuando lo permiten desde la academia.

Aunque los horarios son estrictos, la hija de Felipe y Letizia siempre encuentra un hueco para pegarse un homenaje.

La última vez que lo hizo fue el Vigo, donde comió hamburguesa y patatas fritas.

Definen a Leonor como “una más” entre sus compañeros de cuartel. Allí nadie se sorprende de su presencia ni la tratan como alguien especial.

La princesa se levanta a la misma hora que el resto y cumple con las mismas obligaciones.

A la hora de comer o cenar, tampoco exige un menú concreto.

Se alimenta como cualquier otro mortal y disfruta de las hamburguesas como jamás lo haría su madre.

Pero hay algo que la princesa no puede hacer: moverse libremente.

Sus escoltas deben saber sus rutas con antelación para así organizar un plan de seguridad.

Tal y como aseguran desde Lecturas, no hay lugar a la improvisación.

“Ella tiene que avisar dónde va a ir y a qué hora.

Y si después de la cena Leonor y sus amigos quieren ir a otro sitio, ese destino también debe estar previsto…”, aseguran.

Es decir, la princesa y sus amigos siempre llevan una ruta estipulada.

De ningún modo pueden decidir a última hora ir a una discoteca que no estaba en sus planes.

Esto es algo inadmisible para el equipo de seguridad que rodea a Leonor, cuya relación con ella es muy buena.

“Está acostumbrada desde niña”, dicen desde el citado medio.